Los radiadores de los vehículos son componentes que están muy abiertos a sufrir diferentes tipos de avería, ya que durante su funcionamiento están en constante contacto con múltiples tipos de químicos. Este es el principal canal que utiliza el radiador para expulsar todos los gases procedentes de un motor de combustión.
4 problemas del tubo de escape
Debido a todo este tipo de condiciones, el tubo de escape puede sufrir averías. El principal motivo para detectarlo es el cambio de comportamiento que puede producirse. Hay que estar atento a todo este tipo de señales para poner solución al problema antes de que pueda ser demasiado tarde. Una de las primeras consecuencias es que el rendimiento del motor baja y, por lo tanto, el coche funciona peor.
Por ello, también es recomendable realizar revisiones cada período de tiempo. Uno de los problemas más frecuentes que se encuentran es una avería en las diferentes uniones del tubo de escape entre el catalizador y el silenciador, el cual puede presentar grietas y fisuras. Debido al enorme calor que tiene que soportar esta parte del radiador, incluyendo también los radiadores de maquinaria pesada, es una de las más habituales. Cuando esto ocurre se empiezan a sentir ruidos fuera de lo común.
Por otro lado, el humo de color en el tubo de escape también es algo muy frecuente. Cuando esto pasa significa que hay un problema con alguna parte de motor y, por ello, hay que actuar en consecuencia. En función del color del humo puede tratarse de algún tipo de avería u otro.
Vibraciones y oxidaciones en los radiadores
Cuando alguno de los elementos que sostienen el tubo de escape queda suelto empieza a moverse y genera vibraciones en el radiador debido al movimiento del coche. Este no es solo el principio de que se generen grietas y roturas en el tubo de escape, por lo que una detección a tiempo es fundamental para evitar que estos problemas puedan agravarse.
El caso contrario es cuando se produce una oxidación del propio radiador. Esto se da cuando durante un trayecto corto, el tubo de escape no consigue la temperatura suficiente. En este sentido, los gases del motor quedan condensados formando una partícula en forma de líquido. Debido a la constante presencia de este tipo de líquidos, la oxidación de las piezas metálicas empieza a producirse de forma progresiva. Algo que acabará siendo realmente nocivo para el propio funcionamiento del vehículo.
Por ello, para evitar problemas realmente graves en los radiadores de los vehículos es importante extremar las precauciones y realizar revisiones de forma periódica con las que detectar todas las posibles reparaciones a tiempo.
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